Estilos de aprendizaje

 




Siempre ha sido y será un reto para mí conocer los diferentes estilos de aprendizaje de mis alumnos. Llegar a todos a través de tareas que cubran sus intereses y necesidades. Descubrir que les gusta y cómo les gusta aprender.  Asimismo, lo que no les gusta, muy importante también. Requiere de mucho trabajo, compromiso y sobre todo observación y gran respeto hacia ellos.
Pero ¿cuál debe ser nuestro objetivo? ¿conseguir que se sientan bien en clase? ¿crear un ambiente satisfactorio para el aprendizaje? Sí, es todo esto y mucho más en el plano afectivo, pero y en el plano académico. Qué pasa con esos aprendizajes significativos y memorables, qué pasa con la memoria a corto, mediano y largo plazo. Es aquí en donde debemos centrar el foco de los diferentes estilos de aprendizajes.

Según Alonso (2016: 17), se recuerda el 10 % de lo que se lee, el 20 % de lo que se oye, el 30% de lo que se ve, el 50 % de lo que se ve y se oye, el 70 % de lo que se dice y el 90 % de lo que se dice y se hace. De estos datos se pueden extraer dos conclusiones: que las actividades productivas (decir y hacer) se recuerdan mejor que las receptivas (oír, ver y leer) y que cuantos más canales sensoriales entren en juego simultáneamente, mejores serán los resultados de aprendizaje que obtengamos.

En la última afirmación estoy completamente de acuerdo. Los canales sensoriales son fundamentales. Debemos procurar una variedad de tareas necesarias y suficientes en las que el alumno se implique y descubra sus fortalezas y debilidades. Fortalezas que enriquecerá y debilidades que superará con la consecución de las tareas de forma colaborativa e individual.

Afortunadamente, existen, actualmente, muchos recursos para identificar esos estilos de aprendizaje. Los cuestionarios son uno de ellos, las diferentes dinámicas grupales, etc. Todo esto nos facilita enormemente la tarea de planificación de nuestros cursos en función del alumno consiguiendo un proceso de enseñanza-aprendizaje positivo, fructífero y en sintonía con los intereses y necesidades de los estudiantes.

Finalmente, lo más importante es formarse, investigar, atender, compartir, escuchar y observar como personas y como profesionales. Servirá para nosotros y repercutirá en nuestros alumnos que son en definitiva, nuestra razón de ser educadores.





 Bibliografía 
Alonso, E. et. al. (2016). Soy profesor/a. Aprender a enseñar. La diversidad en el aula. Madrid,
Edelsa.


Comentarios

  1. Hola, Laura. Creo que estamos de acuerdo en nuestra reflexión acerca del papel del alumno en la clase de ELE. No es solo uno más, sino que de forma individual a todos se le debe dar la misma importancia, conocerlos y atender sus necesidades por igual. La memoria es un factor importante, pero no todos retenemos cosas en nuestra mente siguiendo un mismo proceso. Es algo bastante complejo en lo que, como bien dices, es importante "formarse, investigar, atender, compartir, escuchar y observar como personas y como profesionales" para reaccionar de forma óptima ante esa diversidad. En una clase con treinta alumnos puede que resulte más complicado que en una con tres, ¡pero nadie dijo que fuera a ser fácil la profesión de docente! 😌

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